Los centros educativos son una parte del mundo en el que vivimos y no pueden aislarse de lo que ocurre a su alrededor. Las alumnas y los alumnos entran en ellos con sus alegrías, sus vivencias, sus costumbres, sus sueños y también con sus miedos y con todos los problemas que les rodean. Silenciar en las aulas los temas que se consideran difíciles de tratar, como si no existieran, no resuelve nada, más bien contribuye a que se queden bloqueados sin salida. Uno de los problemas que es preciso afrontar hoy es que cada vez con más frecuencia se presenta la sexualidad asociada con la violencia. Esta visión de las relaciones afectivas y sexuales, que en ocasiones se difunde a través de algunos medios de comunicación, destruye las relaciones basadas en el amor, la confianza y el respeto, manteniendo los modelos de subordinación de las mujeres. Una de las manifestaciones de esta forma de entender la sexualidad asociada con la violencia es la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, que lamentablemente persiste y crece en nuestra sociedad. Los datos aunque son de difícil acceso por permanecer muy ocultos son terribles y los dramas humanos, especialmente de mujeres, niñas y niños que hay detrás, no se pueden aceptar con pasividad.
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