Mediante una discusión del feminismo en su contexto posmoderno y de una crítica de la teoría contemporánea, Zerilli desafía a las feministas a avanzar desde una aproximación basada en la teoría hacia otra arraigada en la acción política y el juicio. Así, retoma el problema democrático de la exclusión de la participación en los asuntos comunes y elabora un feminismo centrado en la libertad como la práctica política de comenzar de modo nuevo, construir mundo y juzgar.
A partir de una serie de lecturas profundamente entrelazadas, Zerilli prolonga el pensamiento político de Hannah Arendt para articular una concepción no soberana de la libertad política y para explorar una variedad de concepciones feministas de la libertad en el siglo XX, incluyendo las propuestas por Judith Butler, Monique Wittig y el Colectivo de la Librería de Mujeres de Milán. De este modo, Zerilli recupera lo que Hannah Arendt llamó el tesoro perdido del feminismo: una afirmación original y radical de la libertad política.