El puritanismo, habiendo suprimido los naturales deseos sexuales en la soltera, bendice a su hermana la casada con una prolífica fecundidad. En verdad, no sólo la bendice, sino que la obliga, frágil y delicada por la anterior continencia, a tener familia sin consideración a su debilidad física o a sus precarias condiciones económicas para sostener muchos hijos. Los métodos preventivos para regular la fecundidad femenina, aun los más seguros y científicos, son absolutamente prohibidos; y aun la sola mención de ellos podrá atraer a alguien los enuncie el calificativo de criminal.”
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